Desde aquí arriba puedo ver muchas cosas: puedo ver, por ejemplo las montañas haciendo del horizonte un cuchillo de sierra, un pequeño estanque, los pájaros volar en el cielo... A veces siento lejana la voz de mi otro yo, una voz alegre unas veces, triste, profunda, áspera otras. No la envidio. A ella, la libre, yo también soy libre de un modo muy retorcido. He hecho de mi vida lo que he querido sin que otros mandasen en mí. Yo sé. A la otra le gustaría muchas veces ocupar mi lugar, mi puesto de eterna vigía en lo alto de esta torre sin puertas. Mi torre. Mi Torre de Marfil. Sola, sola como la Luna: para siempre y libre. Libre de imaginar vidas ajenas, que podrían haber sido la mía: me concentro y veo un banco con un zorro dibujado. Está en una pequeña plazuela detrás de la Casa de Holanda, en el corazón de la ciudad; si caminas recto y giras a la derecha puedes ver la iglesia de San Lamberto con su aguja tan negra... Me cruzo con una panda de muchachos -Guten Tag!- Me dicen y yo sonrío. O tal vez cojo un bateau-mouche por la noche, cerca de Île-de-France y veo las luces a ambos lados del río. Las luces... Luego vuelvo a estar aquí, de nuevo ¡y libre! ¡Las princesa no está triste! ¡No hay suspiros que se escapen! Yo, Rapunzel, nunca fui tan feliz como el día que me corté las trenzas.
¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Por qué me parece que otra persona escribió el texto? ¿Por qué ya no soy como era hace un año? ¿Quién era y quién seré?
1 comentario:
yo guardo una copia escrita de mi blog por si me da la locura de borrarlo. Así dentro de un año veré cuánto he cambiado. Es mi ejercicio espiritual del otoño :)
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